Cierra la puerta y sin mediar palabra te empotra contra la pared. Tal vez es más pequeño que tú. Tal vez no sea capaz de abarcarte por completo. Tal vez tenga que ponerse de puntillas para darte una morreo de los que te marean. Pero a pesar de todo eso, lo consigue. Te coge de la pechera y te pone a su altura y mientras sus manos se multiplican en un frenesí por buscar más carne de la que hay (que no es precisamente poca...), te planta un beso francés de los que jurarías que traspasan todas las fronteras europeas y parte del extranjero.
Y aunque al principio te sientes un poco raro y no acabas de ubicarte, te dejas llevar, porque recuerdas lo que has visto en esos ojos entre verdes y azules que te han abierto la puerta y sabes que vas a disfrutar.
Mientras estás aún cegado por la fuerza y el deseo de la entrada triunfal, se aprovecha de eso y sin saber cómo, te encuentras tirado de espaldas en el suelo y con la camiseta tirada a 3 metros de tí. Entonces caes en la cuenta que te ha abierto la puerta desnudo y que lo que estás notando en tu pecho es su desnudez al completo. Y que te gusta. No es lo mejor que ha parido madre, no es Jack Radcliffe (Diós lo bendiga...), pero que te gusta esa barriga regordeta y peludita que se frota contra tu pecho. Por no hablar de que te encanta darte cuenta que no has empezado a hacer nada y su miembro ¡ya está apuntando al norte! Eso siempre gusta.
Y mientras sonries y se la coges fuerte para provocar ese dolor placentero que sólo un pene puede sentir, él ya te está bajando los pantalones para encontrar que hay respuesta positiva a su impetuosidad. Hacía tiempo que no se te ponía así de dura tan rápido. Es puro deseo. Es puro sexo. Són puras ganas de follar. ¡¡Oh, por favor, cuántas ganas de follar!!
Pero sabes que eso sólo acaba de empezar. Esto no son ni los preliminares y entonces te dejas llevar por tu instinto y los papeles se intercambian. Habías planeado mil veces ese encuentro, pero ahora ya sabía que nada iba a ir como tú habías imaginado. Por que nunca creiste querer llevar las riendas y en aquel preciso instante él quedó a tu merced y lo mejor de todo fue mirarle a los ojo y descubrir que él sí lo había pensado así. Él sí quería que tú lo dominaras y en un ataque de furia sexual lo coges en volandas y lo giras de espaldas, y lo pones a cuatro patas y sin más interludios le metes tu polla en su culo y descubres que entra a las mil maravillas allí dentro, porque efectivamente, él ya tenía planeado que fuera así... Todo perfectamente lubricado y dispuesto... Así que durante unos segundo te dejas llevar y te lo follas violentamente. Tanto como nunca antes lo habías hecho con nadie. Le sacudes hasta que los gemidos de dolor y placer se entremezclan. Y a pesar de ello, no aparta su culo de tu pelvis, al contrario, se deja romper el culo empujando acompasadamente para que la penetración sea absoluta. Pero en el último momento, es como si lo puediera sentir en sus adentros, aparta ese ajuero perfecto de mi polla a punto de estallar y me salta encima derribándome de nuevo de espaldas contra el parqué.
Y a pesar de querer que lo domine, hay algo que no piensa dejar pasar. Y sin dejar de rozar mi miebro completamente desbordado y erecto me desnuda por completo. Y lo hace mostrándome su raja del culo con toda la maldad con que sólo una mariconazo experimentado puede mostrarla, para que no disminuya ni ápice mis ganas de volver a meterla en ese culazo.
Y ahí es cuando todo empieza a desfasarse, más aún si cabe. Empieza a apretar mis pies contra su cara. Lo huele. Lo hace con fuerza, con intensidad, con mucha fuerza. Y mientras acerca sus labios a mi pulgar, misteriosamente y sin saber cómo, sus pies aparecen como de la nada cerca de mi cara y me doy cuenta que me vuelven loco.
Sus pies són mi perdición.
Siempre lo había supuesto, pero ahora lo sabía y en otro arrebato me lanzo a su pie para mordérselo y a pesar de saber que lo he hecho con excesiva fuerza y que le he hecho daño, lo único que consigo es que aprete más su pies dentro de mi boca y que mueva sus dedos para que sepa que tengo que seguir haciéndolo. quiere que lo muerda de nuevo, quiere que se los aprete con fuerza entre mis dientes porque cada vez que lo hago, su polla se pone más rígida (si eso es posible) y me la aprieta con más fuerza. Y yo no puedo negarle nada a esos pies casi perfectos, anchos, duros, masculinos y fuertes y resistentes, así que vuelvo a cargar, aunque esta vez con más suavidad, para notar como la yema de sus dedos cede bajo mis dientes para saltar por encima de ellos al moverlos él, dentro de mi boca.
Y yo ya he perdido la noción de su trabajo, porque en realidad a mí no me importa lo más mínimo lo que le está haciendo a los míos, mis pies són suyos y puede hacer lo que le plazca. Y tengo la sensación que le está placiendo, porque no sólo me restriega su miembro cuando yo le muerdo y lamo sus pies, sino que según qué movimiento de los míos también provocan que se le endurezca. Y por un momento estoy en el séptimo cielo, sólo para descubrir que existe un octavo...
Me coge mi polla con su mano libre empieza a pajearnos a los dos, polla contra polla, mientras su boca no se despega de mis pies, y mientras la mía es incapaz de dejar de ahcerle daño en sus suleas, talones, dedos... es imposible parar, no quiere parar y sabe cómo darme todo el placer que quiero y deseo. Vaya si lo sabe, el muy cabrón...
Y entonces, en el momento del clímax, hace un movimiento tan rápido, tan delicado y tan sorprendente que hace que no pueda reaccionar y se sienta encima de mi polla abriendo todo su culo para recibir todo lo que está a punto de salir de allí. Sólo tiene que moverse muy ligeramente para que todo mi semen le llene el culo y misteriosamente, como si estuviera esperándolo, su polla empieza a tener espasmos dejando mi barriga llena de su leche. Absolutamente llena de todo lo que él deseaba llenarme desde el primer día que coincidimos y decidimos que íbamos a tener sexo.
Y estalla dejando caer todo su peso en mi pelvis haciendo que mi polla penetre tan profundo como jamás pensé que podría llegar, provocándonos el mayor de los placeres antes de gritar de puro éxtasis.
Él es mi diós del sexo.
Y lo digo porque esto fue sólo el principio.
Tres horas más tarde, salí de allí con la sensación que el sexo es algo más de lo que era cuando me recibieron sus ojos verde azulados.... Mucho más...
El resto es sólo para mí. Lo guardo como mi pequeño tesoro, pero sabed que lo que hay aquí escrito es sólo la parte sexual. Lo sensual fue 10,000,000 de veces mejor. Los dos orgamos posteriores los demustran... ;)
Es mi diós del sexo.....
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